Este parque de 30 hectáreas, privado aunque abierto al público, ya existía cuando llegó Madame Sévigné, quien se encargó de plantar más árboles y de acometer mejoras permanentemente. De hecho estructuró el paisaje que rodea el palacio poniendo nombre a las alamedas que solía recorrer: "la Solitaria", "El Infinito", "El Humor de mi Madre". Se trata de un lugar para pasear y también para hacer un recorrido más activo gracias al Circuito de Ejercicios Físicos (CRAPA) que consta de diez etapas que evolucionan a lo largo de 2.200 metros. El Bosque de des Rochers acoge igualmente a senderistas, paseantes, atletas y amantes de la naturaleza que, en el recodo de cualquier camino, podrán disfrutar de unas maravillosas vistas de la presa del Valière.