Se trata de la residencia en la Bretaña de Madame de Sévigné, tras su matrimonio con Henri de Sévigné en 1644. Al enviudar, sus estancias en el palacio se hicieron más habituales. Escritora, sobre todo de cartas, redactó gran parte de ellas en esta residencia.
El museo evoca su memoria con retratos de la escritora; entre los más reseñables se encuentran uno en el aparece de pie, y los de sus allegados. El espíritu de Madame de Sévigné también se hace notar en la capilla que mandó construir, en el jardín de estilo francés y en el parque a cuyas avenidas ella misma puso nombre. El invernadero de naranjas acoge una exposición permanente dedicada al palacio de Rochers y a Madame de Sévigné, a su obra y a su recuerdo.